jueves, 5 de febrero de 2015
CAPITULO 6
Paula había dedicado la noche anterior a buscar información en Internet sobre el funcionamiento de una emisora de radio; incluso había visto un par de películas antiguas y algunos vídeos de temática relacionada, pero seguía sin saber gran cosa sobre las cuestiones prácticas.
Eso la incomodaba. La investigación era su amiga, los datos y los hechos eran sus amigos; lograban que se sintiera cómoda y afirmaba su confianza en sí misma. Sin ellos, se sentía desnuda. Además, no quería estar en desventaja con su exmarido. Necesitaba ser su igual, estar a su altura.
Cuando entraron en el estudio, echó los hombros hacia atrás, miró a su alrededor y se intentó convencer de que podría hacerlo.
En el interior del estudio había una mesa pequeña con dos micrófonos y un par de ordenadores y dos sillas, puestas frente a frente. A simple vista, el espacio se parecía bastante a lo que había visto por Internet.
Jesica se encontraba al otro lado del panel de cristal que se extendía en perpendicular a la mesa; estaba sentada y llevaba unos cascos. Al verla, dio por sentado que correría a arreglarse el pelo cuando terminara el programa; no era de las que eran capaces de salir por ahí con el cabello aplastado.
Justo entonces, oyó la voz de Pedro.
—Siéntate ahí —le indicó—. Ponte los cascos y habla cerca del micrófono si quieres que los oyentes te oigan bien… ah, y no toques nada.
—No tengo cinco años —protestó—. Sé lo que tengo que hacer.
Paula se sentó y sonrió a Jesica.
—Todavía te puedes echar atrás, Paula. Estamos a punto de empezar. Si te da uno de tus ataques de pánico, no podré hacer nada por ayudarte.
—Hace años que no sufro ataques de pánico. Pero gracias por tu preocupación —dijo ella, molesta.
Pedro pareció sorprendido.
—¿Ya no los sufres? Qué sorpresa…
—¿Crees que podría ayudar a otras personas si no hubiera resuelto antes mis propios problemas? Si no fuera capaz de hablar con mis pacientes, no duraría ni cinco minutos en mi negocio.
—Me alegro mucho, Pau. Felicidades.
Paula no supo si lo decía en serio o si estaba ironizando, pero en cualquier caso, decidió tomárselo como un cumplido.
—Gracias. Como ves, sabré estar a la altura.
Pedro se sentó. En ese momento, Paula se dio cuenta de que el estudio era realmente pequeño; no tan pequeño como para resultar claustrofóbico, pero tanto como para que la presencia de su marido la intimidara más que nunca.
Jesica les hizo una señal y Pedro se puso los cascos. Paula imitó a su ex y respiró hondo, intentando concentrarse.
La música del programa empezó a sonar. Segundos más tarde, Pedro se inclinó sobre el micrófono y habló.
Al oír su voz en los cascos,Paula se llevó tal susto que faltó poco para que se los quitara. Era como si le estuviera hablando al oído. Pero al oír que Pedro pronunciaba su nombre, le devolvió su atención.
—Quisiera dar la bienvenida a la doctora Paula Chaves, mi ex.
Pedro y Paula la miraron, esperando una respuesta. Paula se quedó paralizada; sus viejos temores habían resurgido de repente. Por fortuna, su exmarido le lanzó una mirada tan sarcásticamente irritante que reaccionó de inmediato.
—Gracias, Pedro. No puedo decir que esté precisamente encantada de estar en tu programa, pero te agradezco la invitación de todas formas.
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