Las palabras de Pedro, que había empezado a acariciarle la cara interior de los muslos, la excitaron un poco más. Paula se dijo por enésima vez que debía alejarse de él, pero el mensaje no llegó a sus piernas; de hecho, las sintió tan repentinamente débiles que se tuvo que apoyar en sus hombros para mantener el equilibrio.
—Esto no es deseo —dijo ella, sin saber si se lo decía a él o a sí misma.
Pedro la besó en el cuello y afirmó:
—Tienes razón, no es deseo. Es necesidad.
Él llevó las manos a su cabeza, la bajó un poco y la besó en los labios. En el momento en que sintió el contacto de su lengua, Paula se supo perdida.
A pesar del tiempo transcurrido, reconocía su sabor y su textura. El cuerpo de Paula reaccionaba sin reservas, ansioso por recibir el placer de sus caricias. Pedro la besó con una ternura sorprendente y, a continuación, apartó las manos de su cara y las llevó al dobladillo de la camiseta, que le quitó con un movimiento rápido.
Mientras la miraba a los ojos, le acarició los pechos por encima del sostén.
Paula pensó que aquello no podía ser real. Y cuando oyó el clic de los corchetes del sujetador al soltarse, pensó que se arrepentiría.
Sin embargo, se arqueó contra él y le ofreció sus pezones, que Pedro succionó. El placer fue tan intenso que Paula dejó de pensar en las repercusiones posibles y le empezó a desabrochar la camisa.
De repente, Pedro se levantó y la llevó hacia el dormitorio.
* * *
Era consciente de que los sucesos de los últimos días los habían arrastrado irremediablemente a ese momento. Pero no le importaba; quería sentir la piel de Paula, quería impregnarse de su aroma y volver a probar su cuerpo.
La cama estaba tan desordenada, con las sábanas arrugadas y la colcha medio caída en el suelo. Pedro pensó que algunas cosas no cambiaban nunca.
Se tumbó sobre ella y la besó. Después, se apartó lo necesario para quitarle el resto de la ropa y la miró con asombro.
En el lado derecho de la cadera tenía una mariposa.
Se había hecho un tatuaje; un tatuaje precioso, cuyos colores contrastaban vivamente con su tono claro de piel.
Pedro acarició las alas de la mariposa. Paula soltó un gemido de placer y llevó las manos a los vaqueros de su exmarido, para desabrochárselos.
Segundos más tarde, los dos estaban completamente desnudos.
Paula llevó una mano a su sexo y le empezó a masturbar con toda la maestría que había acumulado durante sus años de matrimonio. Pedro cerró los ojos y la dejó hacer, pero tardó poco en apartarse.
Quería verla entera.
Aunque los años la habían cambiado, su cuerpo le resultaba tan familiar como si no hubiera transcurrido un solo minuto.
Reconocía la línea de pecas entre sus pechos, la curva de su cintura, la larga y suave recta de sus muslos.
Todo le parecía nuevo y conocido a la vez.
Al mirarla, se acordó de su primer día. Paula ya había tenido experiencias sexuales, pero mantenía una timidez que, al desaparecer con la confianza, le mostró una mujer desinhibida y muy apasionada.
Pasaron días enteros en la cama, haciendo el amor.
Sin embargo, la mujer que lo miraba en aquel instante ya no era la misma. Era una Paula diferente, que ardía en deseos de volver a conocer.
—Me estás volviendo loca…
—Esa era la idea.
Paula sonrió.
—Tócame, Pedro.
—Ya te estoy tocando…
Él la acarició de nuevo y ella volvió a gemir.
—Pedro…
—Dime, ¿cómo quieres que te toque? ¿Así?
Cuando sintió su mano entre las piernas, Paula se estremeció.
—¡Pedro! —exclamó, completamente dominada por el deseo.
Pedro le acarició el clítoris con suavidad, una y otra vez, hasta que decidió ir más lejos e introdujo un dedo en su sexo.
Paula empezó a sentir las ráfagas del orgasmo que se acercaba. Estaba cerca, muy cerca del abismo. Pero no quería arrojarse a él en soledad. No después de tanto tiempo.
Quería alcanzarlo con él.
—Pedro —susurró.
Él pareció entender su petición, porque dejó de masturbarla y le separó los muslos.
Paula lo miró a los ojos, pero apartó la vista enseguida; la visión de Pedro era tan poderosa que le estremecía el corazón. Y solo quería disfrutar del momento.
Cuando la penetró, ella dejó de pensar.
Ya no veía ni oía nada, salvo la respiración acelerada de Pedro. En algún momento, en mitad de su orgasmo, él susurró su nombre y alcanzó el clímax.
Después, la besó en la boca y la acompañó en el placer durante sus últimas oleadas.
* * *
Quería disfrutarlo tanto y durante tanto tiempo como fuera posible.
Por fin, Pedro le susurró al oído:
—Bonito tatuaje.
Ella sonrió.
—Gracias. Dolió mucho cuando me lo hicieron, pero me encanta.
—Nunca imaginé que fueras capaz de hacerte un tatuaje —le confesó—. En aquella época eras tan…
—¿Pacata? —preguntó ella, sin dejar de sonreír—. Sí, supongo que lo era: pero cambié. Cuando me mudé a Albany, descubrí que el novio de mi compañera de piso se dedicaba a hacer tatuajes. Le dije que quería uno y curiosamente, él intentó convencerme para que lo olvidara. Pero me empeñé.
—Pues era un tipo con mucho talento.
—Es verdad. Si estás pensando en hacerte uno, te daré su nombre y su número de teléfono. El viaje a Albany merecería la pena.
Pedro sacudió la cabeza.
—No, gracias. Detesto que me hagan daño.
—Yo me lo hice en la cadera porque es una zona que mis pacientes no suelen ver —declaró con humor—. Ten en cuenta que son muy conservadores… si ven a un psicólogo con un tatuaje, piensan que es poco profesional.
—¿Y por qué te hiciste una mariposa? Tampoco sabía que te gustaran.
—Bueno… me pareció lo más apropiado.
—¿Lo más apropiado?
Ella dudó antes de contestar.
—Había pasado un año desde….
—¿Desde nuestro divorcio?
Paula asintió.
—Sí, en efecto. Me acababa de mudar a Albany y me sentía como si estuviera empezando una vida nueva de verdad. En los doce meses anteriores había cambiado tanto que ya no me sentía la misma persona.
Pedro volvió a asentir.
—Te habías transformado —afirmó—. Como una mariposa.
—Sé que la imagen es un cliché, pero me pareció oportuna. Keith, el novio de mi amiga, lo entendió muy bien. Para entonces nos conocíamos bastante y sabía en qué punto me encontraba. Me había transformado en mariposa, pero aún no podía volar. Por eso la dibujó así, como si estuviera a punto de alzar el vuelo… es una metáfora de las posibilidades que encierra el cambio.
Pedro rio.
—Eso ha sonado a basura psicologista —bromeó.
Ella le dio un codazo leve, pero soltó una risotada. Y de repente, él se puso serio.
—Aunque no lo creas, nunca tuve intención de ser un obstáculo en tu vida.
—Lo sé, Pedro.
Pedro frunció el ceño como si no la creyera y ella se sintió obligada a explicarse.
—Ahora lo sé, Pedro —puntualizó—. El tiempo me ha dado perspectiva con las cosas. Y a pesar de las cosas que he dicho últimamente, no te hago responsable de lo que pasó entre nosotros. Yo también cometí errores.
—La locura y el orgullo de la juventud…
—Vaya, no sabía que fueras tan poético —ironizó.
—Lo soy mucho más de lo que piensas, Pau. Soy abogado. El idioma es importante en mi trabajo.
Ella sacudió la cabeza y suspiró.
—¿Sabes que eres la persona más arrogante que he conocido?
Pedro sonrió.
—Gracias, Paula.
—No tienes remedio, Pedro Alfonso. ¿Qué voy a hacer contigo?
—Bueno, eso depende… ¿cuándo te marchas?
Ella lo miró con desconcierto.
—¿Marcharme?
—Sí, de vacaciones.
—¿De dónde has sacado que me voy de vacaciones?
—La otra noche dijiste que tenías que hacer el equipaje para irte a Canadá —respondió.
Paula soltó una risita.
—Ah, te refieres a eso… No, no es que me vaya de vacaciones; es que empezaba a pensar que cambiarme el nombre y mudarme a Canadá era la única forma de salir del lío en el que estoy metida.
—¿En serio?
—Totalmente.
—¿No te parece un poco exagerado?
—En absoluto.
Súbitamente, Pedro la tumbó de espaldas y le alzó los brazos por encima de la cabeza. Paula se excitó de inmediato.
—Si no te vas a ninguna parte, creo que yo tampoco me iré.
Ella se mantuvo en silencio.
—Tenemos todo un fin de semana por delante —continuó Pedro.
Paula sintió pánico durante unos segundos.
No había previsto aquella situación; ni por supuesto, pasar un fin de semana con su ex. Pero en sus palabras siguientes no hubo ni una sombra de duda.
—Magnífico, porque no tenía ningún plan.
Pedro sonrió.
—En efecto, no lo tenías. Pero ahora lo tienes.
Ayyyyyyyy, qué lindo, se aman!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarMe encantó los caps!!!! Se recontra aman!!!! Pero no lo van a aceptar tan fácil, en algún momento se.sabe o se nombra si tuvieron otras parejas durante ese tiempo q estuvieron separados? Me qdo la duda... espero el prox cap, bsoo @GraciasxTodoPYP
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